Bajo el análisis de las películas (Las aguas bajan turbias y Los Traidores) podemos apreciar los inicios y algunos aspectos sindicalistas argentinos).
Por un lado, en las Aguas, podemos observar los inicios, el antes, los maltratos, las explotaciones, las condiciones laborales de obreros (En este caso en trabajo en campo, yerbatales) antes de la existencia del sindicalismo que conocemos hoy en día.
Los motivos que llevaron a los obreros a las rebeliones, a plantarse frente a aquellos que sólo estaban un escalafón por encima, ellos veían no sólo la explotación, sino que veían en sus explotadores personas en igual condiciones que ellos, pero con el privilegio de estar sólo un paso adelante. Eso provocó que se cansaran, la suma de todos los males llega un día a colapsar, al punto tal que los mismo no sólo se revelan ante el poder, sino que en esa misma sed de rebelión, terminan por convertirse en los propios verdugos, ya que terminan por castigar de la peor manera a aquellos que los obligaron a padecer.
Toda revolución lleva sangre. No importa si es una buena causa, no importa qué ni quiénes son los que pagan, acá no se analiza el porqué de que algunos reaccionen de tal o cual manera. La historia de los cambios en las relaciones humanas se escribe con sangre, y aunque Nietzsche dijo alguna vez que lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal, en los procesos revolutivos, parece regir la misma premisa: Ésto va más allá del bien y del mal. No importa quién termina pagando las consecuencias, no importa el cómo, a veces tampoco es el porqué (En la película, Hugo del Carril termina matando por amor, entre tantos odios guardados), parece ser que alguien debe pagar por hacer normal lo que realmente no lo es, en este caso, el amor o las condiciones laborales.
No estoy con ésto defendiendo a los explotadores, ni mucho menos. Hay que pararse en el momento, en la realidad social, en el ámbito. Con el diario del lunes hablamos todos, en el momento se reaccionó, quién sabe la reacción que uno tendría en igualdad de condiciones. Sólo quiero analizar que más allá de todos estos aristas, el abuso tiene su consecuencia, aunque a veces sólo paguen los que están un paso más arriba y no todos los demás.
En Los Traidores vemos otra época, con sindicatos conformados, con una patronal, en un momento social tenso, con sindicalistas que surgen de las esferas obreras, que en un principio demuestran la simbiosis con el compañero, aunque también podemos apreciar cómo los mismos síndicos, arreglan con las fábricas para conformar al trabajador. Podemos ver tan claramente las diferencias: el obrero, incapacitado por la misma fábrica, trabajando y siendo extorsionado por los patrones. Al compañero herido y protegidos sólo por sus iguales, a ese igual transformarse en el propio enemigo: tanto de un lado y del otro, dependiendo del momento de la película (O de la historia sindical).
En la clase en la que comentamos la película, una de las preguntas que había era si estaba bien pertenecer y participar (Dos cuestiones muy distintas) en los sindicatos, y mi compañero de banco de ese momento (De quien desconozco el nombre) me dijo: Hay que estar, pero no participar, o hacerlo "pasivamente", a los que le pregunté qué era ser "pasivo". Entre todas las medias respuestas, donde realmente no supo explicarme, me dio a entender que creía que todo aquel que llega a los sindicatos, simplemente es corrompido por el sistema.
Disiento completamente con su respuesta, y por suerte llegué a hacérselo saber. No todos somos así.
No recuerdo si fue en esa clase, pero en alguna clase Ud mismo mencionó algo de pertenecer en un club (Me sentí referida porque ese día fui a clase directamente de la cancha vestida por completa de San Martín).
Fui dirigente de mi club por 9 años, y vi a muchos corromperse por una migaja de pan. Me fui cuando me di cuenta que había cosas que nunca iba a permitir. Hacía meses que venía discutiendo formas y maneras que no me gustaban, que perjudicaban a la Institución que quería defender. Cumplí mi palabra: El día que determinada persona vuelva a estar yo me voy. Y así fue. Porque muchas veces me puedo equivocar, y puedo admitir mi error, pero siento que el sindicalismo en este país se asemeja a la dirigencia en el fútbol (En este caso), demostré mi desacuerdo rotundo, no podía dar a entender que estaba a favor de una vuelta que sólo iba a ser perjudicial. Hay que aceptar que existen dirigentes que aun teniendo peso (En mi caso entre la gente, en otras instituciones y hasta en AFA) decidimos demostrar que a veces no estar de acuerdo no cambia las cosas, pero no hay que abandonar las luchas. Al poco tiempo, muchos me siguieron, dándose cuenta que había otra realidad, y pudimos formar una agrupación, y seguir estando. Sin los "privilegios" de un carnet de dirigente, pero con mayor fuerza, porque uno tiene el apoyo del que sabe que sigue siendo el mismo que cuando se sumó para sumar.
Hay que analizar, no hay que dejarse convencer por lo que cuentan los que están "arriba", hay que escuchar al que está afuera (La mirada cambia muchísimo), pero nunca ser un tibio que está en el medio. Debemos de estar comprometidos con las causas, para no volver a aquello que fuimos (Como en las Aguas aunque los métodos de explotación cambien según las épocas). Mi lema (Tomado de una canción del Rock) es: Creo que Educar en combatir y el silencio no es mi idioma. Estamos en ese atril, en el de educar. No importa qué. Lo importante es trasladar que las cosas pueden cambiar, y deben cambiar cuando los resultados no son obsecuentes a nuestro esfuerzo.
Por un lado, en las Aguas, podemos observar los inicios, el antes, los maltratos, las explotaciones, las condiciones laborales de obreros (En este caso en trabajo en campo, yerbatales) antes de la existencia del sindicalismo que conocemos hoy en día.
Los motivos que llevaron a los obreros a las rebeliones, a plantarse frente a aquellos que sólo estaban un escalafón por encima, ellos veían no sólo la explotación, sino que veían en sus explotadores personas en igual condiciones que ellos, pero con el privilegio de estar sólo un paso adelante. Eso provocó que se cansaran, la suma de todos los males llega un día a colapsar, al punto tal que los mismo no sólo se revelan ante el poder, sino que en esa misma sed de rebelión, terminan por convertirse en los propios verdugos, ya que terminan por castigar de la peor manera a aquellos que los obligaron a padecer.
Toda revolución lleva sangre. No importa si es una buena causa, no importa qué ni quiénes son los que pagan, acá no se analiza el porqué de que algunos reaccionen de tal o cual manera. La historia de los cambios en las relaciones humanas se escribe con sangre, y aunque Nietzsche dijo alguna vez que lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal, en los procesos revolutivos, parece regir la misma premisa: Ésto va más allá del bien y del mal. No importa quién termina pagando las consecuencias, no importa el cómo, a veces tampoco es el porqué (En la película, Hugo del Carril termina matando por amor, entre tantos odios guardados), parece ser que alguien debe pagar por hacer normal lo que realmente no lo es, en este caso, el amor o las condiciones laborales.
No estoy con ésto defendiendo a los explotadores, ni mucho menos. Hay que pararse en el momento, en la realidad social, en el ámbito. Con el diario del lunes hablamos todos, en el momento se reaccionó, quién sabe la reacción que uno tendría en igualdad de condiciones. Sólo quiero analizar que más allá de todos estos aristas, el abuso tiene su consecuencia, aunque a veces sólo paguen los que están un paso más arriba y no todos los demás.
En Los Traidores vemos otra época, con sindicatos conformados, con una patronal, en un momento social tenso, con sindicalistas que surgen de las esferas obreras, que en un principio demuestran la simbiosis con el compañero, aunque también podemos apreciar cómo los mismos síndicos, arreglan con las fábricas para conformar al trabajador. Podemos ver tan claramente las diferencias: el obrero, incapacitado por la misma fábrica, trabajando y siendo extorsionado por los patrones. Al compañero herido y protegidos sólo por sus iguales, a ese igual transformarse en el propio enemigo: tanto de un lado y del otro, dependiendo del momento de la película (O de la historia sindical).
En la clase en la que comentamos la película, una de las preguntas que había era si estaba bien pertenecer y participar (Dos cuestiones muy distintas) en los sindicatos, y mi compañero de banco de ese momento (De quien desconozco el nombre) me dijo: Hay que estar, pero no participar, o hacerlo "pasivamente", a los que le pregunté qué era ser "pasivo". Entre todas las medias respuestas, donde realmente no supo explicarme, me dio a entender que creía que todo aquel que llega a los sindicatos, simplemente es corrompido por el sistema.
Disiento completamente con su respuesta, y por suerte llegué a hacérselo saber. No todos somos así.
No recuerdo si fue en esa clase, pero en alguna clase Ud mismo mencionó algo de pertenecer en un club (Me sentí referida porque ese día fui a clase directamente de la cancha vestida por completa de San Martín).
Fui dirigente de mi club por 9 años, y vi a muchos corromperse por una migaja de pan. Me fui cuando me di cuenta que había cosas que nunca iba a permitir. Hacía meses que venía discutiendo formas y maneras que no me gustaban, que perjudicaban a la Institución que quería defender. Cumplí mi palabra: El día que determinada persona vuelva a estar yo me voy. Y así fue. Porque muchas veces me puedo equivocar, y puedo admitir mi error, pero siento que el sindicalismo en este país se asemeja a la dirigencia en el fútbol (En este caso), demostré mi desacuerdo rotundo, no podía dar a entender que estaba a favor de una vuelta que sólo iba a ser perjudicial. Hay que aceptar que existen dirigentes que aun teniendo peso (En mi caso entre la gente, en otras instituciones y hasta en AFA) decidimos demostrar que a veces no estar de acuerdo no cambia las cosas, pero no hay que abandonar las luchas. Al poco tiempo, muchos me siguieron, dándose cuenta que había otra realidad, y pudimos formar una agrupación, y seguir estando. Sin los "privilegios" de un carnet de dirigente, pero con mayor fuerza, porque uno tiene el apoyo del que sabe que sigue siendo el mismo que cuando se sumó para sumar.
Hay que analizar, no hay que dejarse convencer por lo que cuentan los que están "arriba", hay que escuchar al que está afuera (La mirada cambia muchísimo), pero nunca ser un tibio que está en el medio. Debemos de estar comprometidos con las causas, para no volver a aquello que fuimos (Como en las Aguas aunque los métodos de explotación cambien según las épocas). Mi lema (Tomado de una canción del Rock) es: Creo que Educar en combatir y el silencio no es mi idioma. Estamos en ese atril, en el de educar. No importa qué. Lo importante es trasladar que las cosas pueden cambiar, y deben cambiar cuando los resultados no son obsecuentes a nuestro esfuerzo.
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