Síntesis Primer Cuatrimestre.
Para resumir la primera parte del año, tendría que decir que hemos ido recorriendo la historia de nuestro país vinculada a los cambios en los paradigmas de la educación.
Para poder aprender el por qué de los cambios (Y del presente) no sólo institucional sino también en la parte formativa, de contenidos y formas, es necesario poder contextualizarlos. Sacados de la realidad social del momento, los cambios, avances y retrocesos, es necesario entender el punto desde el cual se analiza.
Como, por ejemplo, en qué momento se oficializó la Ley Federal de educación y a qué intereses respondía. Porque una cosa es muy clara: Ningún cambio ha sido porque sí, o por el bien de la comunidad educativa, sino que en el trasfondo se pueden apreciar matices que quizá, a simple vista no se ven.
Hace varios años, algún profesor me dijo: Para poder analizar un contexto histórico se necesitan, al menos, cincuenta años. Lo que ese profesor no tuvo en cuenta fue que las tecnologías avanzaba demasiado rápido como para poder esperar ese tiempo.
Vivimos en la era de las telecomunicaciones, de lo instantáneo, de lo que se ve por arriba y de lo que conlleva poco análisis. En este contexto, en el de la inmediatez, pedir cincuenta años es demasiado. Por eso, y por la facilidad en la obtención de información, es que podemos analizar lo que mutó en los últimos veinte años. Y analizar lo que pasó, es el primer paso para entender qué es lo que peleamos desde adentro mismo del sistema educativo. Porque esa es la labor docente más difícil: Pelear desde adentro intentando que las víctimas no sean los estudiantes, o quizá, que se reduzca al mínimo disponible.
Cuando pienso en pelear por una buena educación, rememoro una historia que leí del gran Eduardo Galeano:
En un cuartel general de policías, todos los días había un turno de oficiales "custodiando" un banco.
Un día, un oficial se acercó al de mayor responsabilidad y respetuosamente le preguntó con qué fin se custodiaba. El mismo le respondió que era una costumbre del lugar, pero que no sabía el motivo, a lo que el oficial le pidió autorización para buscar en los archivos. Después de investigar encontró lo siguiente: Una tarde de hacía más de 20 años, ese banco había sido recién pintado, y el de mayor responsabilidad mandó a montar guardia para que ningún desprevenido se sentara en la pintura fresca.
Veo la lucha docente como la capacidad de no sólo investigar de dónde vienen las razonas, sino de la valentía para pedirle a sus superiores revisar las viejas costumbres y saber los porqué y si aún, años después, las mismas siguen teniendo sentido, y por supuesto, saber a qué intereses responden. Nuestra ventaja es que no nos tenemos que sentar a revisar cada bibliorato, hoy las tecnologías nos permiten no sólo agilidad y precisión, si se sabe dónde, cómo y cuando buscar.
Para resumir la primera parte del año, tendría que decir que hemos ido recorriendo la historia de nuestro país vinculada a los cambios en los paradigmas de la educación.
Para poder aprender el por qué de los cambios (Y del presente) no sólo institucional sino también en la parte formativa, de contenidos y formas, es necesario poder contextualizarlos. Sacados de la realidad social del momento, los cambios, avances y retrocesos, es necesario entender el punto desde el cual se analiza.
Como, por ejemplo, en qué momento se oficializó la Ley Federal de educación y a qué intereses respondía. Porque una cosa es muy clara: Ningún cambio ha sido porque sí, o por el bien de la comunidad educativa, sino que en el trasfondo se pueden apreciar matices que quizá, a simple vista no se ven.
Hace varios años, algún profesor me dijo: Para poder analizar un contexto histórico se necesitan, al menos, cincuenta años. Lo que ese profesor no tuvo en cuenta fue que las tecnologías avanzaba demasiado rápido como para poder esperar ese tiempo.
Vivimos en la era de las telecomunicaciones, de lo instantáneo, de lo que se ve por arriba y de lo que conlleva poco análisis. En este contexto, en el de la inmediatez, pedir cincuenta años es demasiado. Por eso, y por la facilidad en la obtención de información, es que podemos analizar lo que mutó en los últimos veinte años. Y analizar lo que pasó, es el primer paso para entender qué es lo que peleamos desde adentro mismo del sistema educativo. Porque esa es la labor docente más difícil: Pelear desde adentro intentando que las víctimas no sean los estudiantes, o quizá, que se reduzca al mínimo disponible.
Cuando pienso en pelear por una buena educación, rememoro una historia que leí del gran Eduardo Galeano:
En un cuartel general de policías, todos los días había un turno de oficiales "custodiando" un banco.
Un día, un oficial se acercó al de mayor responsabilidad y respetuosamente le preguntó con qué fin se custodiaba. El mismo le respondió que era una costumbre del lugar, pero que no sabía el motivo, a lo que el oficial le pidió autorización para buscar en los archivos. Después de investigar encontró lo siguiente: Una tarde de hacía más de 20 años, ese banco había sido recién pintado, y el de mayor responsabilidad mandó a montar guardia para que ningún desprevenido se sentara en la pintura fresca.
Veo la lucha docente como la capacidad de no sólo investigar de dónde vienen las razonas, sino de la valentía para pedirle a sus superiores revisar las viejas costumbres y saber los porqué y si aún, años después, las mismas siguen teniendo sentido, y por supuesto, saber a qué intereses responden. Nuestra ventaja es que no nos tenemos que sentar a revisar cada bibliorato, hoy las tecnologías nos permiten no sólo agilidad y precisión, si se sabe dónde, cómo y cuando buscar.
Comentarios
Publicar un comentario